Resistencia en el flanco débil

noviembre 30, 2011

Soy biorritmo


A Dangerous Method (2011) de David Cronenberg                                                                                                 

Andrew McChuffle: Tras sus dos últimas películas, A History of Violence y Eastern Promises, su nuevo trabajo, A Dangerous Method, parece confirmar un evidente cambio de rumbo en su filmografía, tanto a nivel genérico como formal. ¿Qué opina de esas voces que proclaman el ocaso del Mesías de la Nueva Carne, que ha renegado usted del fantástico para convertirse en el cómodo cronista de los biorritmos de la clase media?

David Cronenberg: Bueno, nuestra sociedad está plagada de fundamentalismos. El género fantástico es uno de ellos. Una nueva hiperreligión. Y los fans, los frikis, son sus adeptos, sus adictos. La propia palabra lo dice, "fan" de "fanático". Ahí afuera está plagado de fanáticos adictos de toda ralea. Les pasa un poco lo que a los adeptos del gran dios de la manzanita a medio comer. En realidad no les importa que les estén vendiendo a precio de oro la misma jodida máquina con las mismas jodidas posibilidades una y otra vez, eso les da igual, lo importante es que cada una tenga un tamaño y un color distinto de las anteriores, y poder interconectarlas todas. Como soldaditos de miembros y cabezas intercambiables. Lo mismo. Son como críos, lo único que les importa es ser los primeros en tener el chiche nuevo. Enseñar el chiche nuevo. Hablar del chiche nuevo. Ni siquiera están atentos a qué ocurre dentro de sus chiches nuevos, sus pantallas. Son peces encerrados en sus respectivos acuarios de endogámica alienación... 

Andrew McChuffle: ¿Quiere eso decir que ya nunca recuperamos al viejo Cronenberg? ¿Que no hay posibilidad de involución?

David Cronenberg: ¿El viejo Cronenberg?... Amigo mío, nací en 1943... ¡Ya soy el viejo Cronenberg! Eso no quiere decir que en ocasiones no quiera dejarme llevar y ser también ese niño que juega con sus propias heces o aprieta polluelos hasta que se cagan encima de puro estrujamiento... Por ejemplo, mientras preparaba A Dangerous Method me asaltaban visiones tentadoras: un feto doppelgänger de Freud (Viggo Mortensen), hasta arriba de sangre y materia fecal, siendo excretado por el culo del propio Freud, como metáfora de la superación de su fase anal... O bien el personaje de Sabine Spielrein (Kira Knightley) introduciéndose en la vagina sucesivos y cada vez más monstruosos y mutantes dildos, todos ellos alimentados por minúsculas y prodigiosas micromáquinas a vapor... Supongo que hay gran parte de mi público, público del, como usted lo llama, "viejo Cronenberg", que hubiera aplaudido imágenes de este calibre. Se trata de la misma clase de adictos que son incapaces de salir de casa sin su aparato alienador de la marca de la manzanita a medio comer... Así que no sé qué quiere decir "involución" porque desconozco qué significa "evolución". Mis células se desarrollan y luego mueren. Mi mente se transforma, se expande o se achica, y se apagará finalmente. De modo que sí, tal vez retrato biorritmos porque soy biorritmo y me compongo de biorritmo. No soy la instantánea petrificada ni el daguerrotipo aviejado de un conjunto estanco de obsesiones... Aunque es cierto que me produce escalofrío comprobar que hay mucha gente que sí es capaz de semejante cosa.

Andrew McChuffle: He de reconocer que lleva usted sus 68 años de maravilla, esa cabellera blanca le queda fetén, le otorga un porte seductor a la par que distinguido...

David Cronenberg: Gracias, gracias, lo tomaré como un cumplido... Lo cierto es que mi fase de pupación anda ya muy próxima a materializarse. Hay un montón de gente a la que se le llena la boca diciendo que me he covertido en un capullo... ¡Y lo más gracioso es que no les falta razón! Pero ya empiezo a sentirme maduro, muy pronto saldré de él y echaré a volar. Entonces los observaré a todos ellos desde arriba, diminutos y mínimos, varados en sus alienaciones genéricas los unos y atrapados en sus coloridas pantallas-acuario los demás... 

Extracto de la entrevista a David Cronenberg en Cuadernos del Chochicine, nº 354, noviembre 2011

noviembre 27, 2011

Arquitecturas del Hipersueño


Alien (1979) de Ridley Scott                                                                                                                                         

"El Invencible, crucero de segunda clase —la mayor de las naves con que contaba la base de la constelación de Lira—, surcaba el cuadrante más exterior de esa región del universo. En el túnel de hibernación del puente principal dormían los ochenta y tres tripulantes de la nave. Como la travesía era relativamente corta, no se había recurrido a la hibernación total sino a un sueño profundo en el que la temperatura del cuerpo no bajaba nunca de los diez grados. En la cabina de comando solamente los autómatas estaban activos. Ante ellos, sobre el retículo del visor, se reflejaba el disco de un sol no mucho más cálido que una estrella enana roja. Cuando la circunferencia ocupó la mitad de la pantalla, el reactor dejó de funcionar. Una pesada quietud reinó de pronto en toda la nave. Los climatizadores y las computadoras trabajaban en silencio. La tenue vibración que acompañara la emisión del haz luminoso había cesado también. El torrente de luz, como una espada infinitamente larga hundida en la oscuridad, había impulsado a la nave en la inmensidad del espacio. El Invencible se desplazaba ahora a una velocidad uniforme, inerte, mudo y aparentemente vacío.

Luego, poco a poco, unas luces diminutas empezaron a enviarse guiñadas de consola a consola, envueltas en el purpúreo resplandor del sol distante que asomaba en la pantalla central. Las cintas magnéticas se pusieron en movimiento. Los programas se deslizaron lentamente, en las ranuras de alimentación de una serie de aparatos, los transformadores chisporrotearon y la corriente llegó a los circuitos con un zumbido que nadie oyó. Los motores eléctricos, venciendo la resistencia de los aceites lubricantes solidificados desde hacía mucho tiempo, se pusieron en marcha con un agudo gemido. Las barras de cadmio emergieron de los reactores auxiliares, las bombas magnéticas inyectaron una solución de sodio líquido en la serpentina del enfriador. Un estremecimiento recorrió la popa, y en el interior del casco se oyeron crujidos y cuchicheos, como si una multitud de animales diminutos retozaran en él, arañando las paredes metálicas con pequeñas garras afiladas: los robots reparadores habían iniciado su larga ronda para verificar el estado de cada soldadura, la hermeticidad del casco, la integridad de las estructuras metálicas. La nave toda volvía a la vida, se poblaba de murmullos y movimientos: despertaba. Sólo la tripulación dormía aún.

Por último, un autómata programado transmitió una señal al tablero de comando en el túnel de hibernación. Un gas despertador se mezcló al aire frío. Desde las rejillas de ventilación del piso y entre las hileras de, cuchetas, sopló un viento templado. No obstante, no parecía que los hombres tuvieran ganas de despertar. Algunos agitaron los brazos; el vacío de aquel sueño helado se pobló de delirios y pesadillas. Por fin uno, el primero, abrió los ojos. La nave estaba preparada desde hacía varios minutos; el blanquísimo resplandor del día artificial había disipado la oscuridad en los largos pasillos, en los pozos de los ascensores, en las cabinas, en el puesto de comando, en las cámaras de aire. Y mientras el túnel de hibernación se poblaba de rumores, de suspiros y gemidos involuntarios, la nave misma, impaciente, como si no hubiese podido esperar el despertar de los tripulantes, iniciaba la maniobra preliminar de desaceleración. La pantalla central reflejó las estrías de fuego de la proa. Una violenta sacudida turbó la inercia aparente de la nave. Las dieciocho mil toneladas de El Invencible, acrecentadas por la enorme velocidad inicial, se comprimieron bajo el impacto de la inmensa fuerza de retropropulsión de los reactores de proa. En las cámaras cartográficas trepidaron los mapas herméticamente enrollados. Aquí y allá, los objetos sueltos se desplazaron de un lado a otro, como en una danza. Parecía como si de pronto las cosas inanimadas hubiesen cobrado vida. En las cantinas, la vajilla se entrechocaba, repiqueteando. Los respaldos de los sillones vacíos de gomaespuma se inclinaron hacia atrás; las correas y los cables murales de los puentes oscilaron sacudiéndose. Un confuso ruido de vidrios, chapas, láminas plásticas cruzó como una ráfaga por toda la nave, de la proa a la popa. Y desde la cámara de hibernación llegó un murmullo de voces humanas; luego de siete meses de sueño, los hombres de la tripulación renacían a la vida".

 El invencible (Niewycinezony, 1964) de Stansilaw Lem                                                                      

noviembre 24, 2011

El hombre herido de Gustave Courbet




____________________________________________________________________________

Recostado sobre el tronco viejo, cerró los ojos y escuchó: el canto de las aves y el rumor de la brisa nada sabían de las miserias del hombre. Se preguntó entonces si había cumplido alguno de los sueños de su vida. No saber qué contestarse fue la más dolorosa respuesta, aún más dolorosa y profunda que la herida en el pecho. Pero ahora sólo quería dormir. Estaba cansado y el sol lucía cálido y alto. Un joven soñoliento y cansado. Demasiado soñoliento y cansado como para alimentar al miedo. Sabía que no volvería a abrir los ojos, y aquél, se dijo, era un lugar tan agradable y tranquilo...

L'Homme Blessé (1854) de Gustave Courbet, Musée D'Orsay                                                               

Let me see you stripped

WWwwwwwwwwwwwwwwwwwWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWw

Ven conmigo 
Entre los árboles 
Nos tumbaremos sobre la hierba

WWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW

WWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW

Y dejaremos pasar las horas 
Coge mi mano 
Regresemos a la tierra

WWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW

WWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW

Huyamos 
Sólo por un día 
Déjame verte desnuda
completamente desnuda

WWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW

WWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW

Nada has de temer
Será sólo un poco de tu sangre

WWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWWW

noviembre 23, 2011

I'm here de Spike Jonze


LlllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllL

1.- Los robots no pueden dañar a un ser humano ni, por inacción, permitir que éste sea dañado.

2.- Los robots deben obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto cuando estas órdenes entren en conflicto con la Primera Ley.

3.- Los robots deben proteger su propia existencia hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.

4.- La Primera, la Segunda y la Tercera Ley serán respetadas por los robots hasta donde el amor o el desamor los convierta en seres humanos.

 - I'm here (2010) de Spike Jonze


noviembre 20, 2011

Alumbramiento de Víctor Erice


N

Nuestras vidas son esos relojes de agua que, gota a gota, se desangran, se escancian primero, se escurren después, y van a dar finalmente a la alcantarilla, que es el morir...

-Alumbramiento (2002) de Víctor Erice

noviembre 19, 2011

El insomnio de Pierre Étaix



El insomnio es vampiro; la lectura es vampira; el humor es vampiro; el silencio es vampiro; el tabaco es vampiro; la deconstrucción es vampira; el tributo es vampiro; la mujer es vampira; el cine es vampiro... El Vampiro es adictivo.

- L'insomnie (1963), Pierre Étaix

noviembre 11, 2011

Lo raro es la delicadeza...



Llegó el año largo como llegan las buenas, desusadas noticias, aguacero a mitad de sequía, y duró apenas algo más de lo que tardan en deshacerse de sus cachorros los niños mimados. Duró tres inviernos, un verano. Duró lo que alargan los tifones en la sala de jugar de los dioses cuando éstos se han aburrido: ya nadie andaba mirando. Por eso se marchó impune, como parten los barcos de guerra de un puerto sin ciudadela. Nunca estuvo en su ruta, a su altura, recalar tan bajo, tan intempestivo, y hallar de repente –tremenda sorpresa– semejante vida, tan rico botín en aquella orilla, histórico lado equivocado de las vías. Se fue el año largo tras el saqueo, como se dice, a la francesa, sin adiós, sin siquiera el valor, en último término, de izar la escondida bandera pirata. Sólo dejó odio. Sólo sembró rencor. Noches en cuchilla sobre la garganta. La luz amarilla de la boca apretada. El lado de afuera de la delicadeza. Un buen puñado de arrasadas palabras. Palabras que cesan aquí.


noviembre 07, 2011

Ejército Mal-herido



Coño, lo que me he reído... Entiendo que no se puede escribir un libro como Ejército enemigo sin antes haber echado una cantidad inaceptable de tus horas al fuego idiota del internet. Un buen y horrendo puñado de tus días, tus vidas, ahí, ardidos en la pantalla, bien ahí, delante del internet. La hostia puta. Me cago encima del escalofrío sólo con pensar la entrópica y acelerada vastedad del océano internetesco. Tan estrecha vida para navegar semejante masa cúbica —y bítica— de mierda. Dice Olmos en este libro que toda una generación de internautas ya ha muerto. Eso tal vez sea cierto, tal vez esté haciendo referencia a la generación de los pioneros. Atrapados en el ciberhielo. Ríanse de lo de Shackleton. La generación que le sigue, pues, debe ser la de los colonos de la virtucosa. Plantaron la tienda de campaña de su culo ahí, justo ahí, bien ahí, delante de la pantalla, y ya no va a haber Dios ni Pinatubo que los mueva. A ellos y contra ellos va dedicada esta novela, ya que muy probablemente sólo ellos van a leerla. Como aquí un servidor tampoco está libre de culpa ninguna, en lugar de tirar piedras a diestro y siniestro, como están haciendo tantos —y lo que se debe estar partiendo el orto de la risa el Dr. Olmos mientras a su lado Mr. Mal-herido se friega las manos—, diré que Ejército Enemigo me ha gustado más bien poco como novela y más bien mucho como personaje. Escéptico, egoísta, cobarde, sicalíptico, pornópata, rastrero, miserable y cabrón, a este Santiago suyo —de Olmos— va a haber que enmarcarlo, más que nada por lo bien que retrata la psicología del personal por aquí zascandileante, sobre todo en lo tocante de pantallas para adentro... Si no es como chiste y escarnio y rechifla de la vida entiendo que este libro no se entiende. O mejor: sin sentido del humor este libro sólo se entiende como salida de tono y exabruto, prontuario del mal gusto. Supongo que el matiz ya depende de lo tieso y porculizado que a cada cual le pinte el rictus por la mañana, cuando el despertador nos recuerda que lo normal es el fracaso.


noviembre 02, 2011

Cuando Werner Herzog frecuentaba los alegres vestuarios masculinos




A vueltas con el gran bávaro megalomaníaco por antonomasia, Werner Herzog. Su cosa primera, su desfogue y capa de imprimación fue esta cosa llamada Herakles, un documental ¿un documental?, ¿sí?, ¿seguro?, ¡hostia no jodas! de no llega al cuarto de hora, con tíos dándole mucho a la fiebre del músculo y a la fiebre de los esteroides esto último, ¡ojo!, fuera de plano, como si tal cosa... El invento es en blanco y negro y está aderezado con musiquilla guapa, más en concretamente, con musiquilla guapa de jazz.

Como ya sabemos que hiciera o Tim Burton nos hizo creer que hiciera don Ed Wood de los jerseys de angora y que viva el trasvestismo, Herzog también junta y apeguña un montón de imágenes de archivo que mejor no sepamos de dónde ha sacado, y se abandona al corta y pega extremo, al collage desmedido. La combinación de imágenes de culturistas no confundir con culturetas, esa subespecie de obsesos y febriles aún más peligrosa y odiable que los Misters del Universo, culturistas, como decía, muy concentrados en lo suyo de darle a la hipermusculación, con imágenes de accidentes automovilísticos bestiajos, cazabombarderos lanzando pepinos a ras de suelo, vertederos a rebosar de la humana basura y demás terrores de la moderna civilización, viene a significar que más vale maña que fuerza, sí, cierto, pero que tanta maña nos va a enviar a todos a tomar por culo cualquier día de estos...

Por lo visto, Herzog ya era muy perspicaz a sus 20 añicos, qué tío, y en montando este documental ¿documental?, ¿sí?, ¿seguro?, ¡no fastidies, hostia puta! quiso venir a anunciarnos mucho antes que el jodío Fukuyama que se acabó, amigos, que esto es el Fin de la Historia. Que si el mismísimo y todopoderoso Hércules levantara hoy día la cabeza no nos duraba el menda ni dos telediarios, que o bien lo atropellamos en el primer paso de peatones y cruzando en verde o bien nos lo finiquitamos de un gripazo aviar.Pero la musiquilla es guapa. Musiquilla guapa de jazz.