Resistencia en el flanco débil

julio 25, 2009

Quiet Post in the Western Front



El verano es tiempo de barbecho bloguesférico, más que nada de andar pateando la Red de arriba abajo a la caza y captura de ese vuelo por un euro que nos lleve de aquí y nos traiga, tasas incluidas, de cualquier ninguna parte. Nos quite de este calorazo indecible y nos meta en otro aún mayor, las más de las veces cocotero y tropical y orillado de malarias. Pero sarna con gusto no pica, dicen, así que la picada de un mosquito malayo hasta las trancas de fiebres supongo que tampoco. De ahí que uno pueda sentirse aquí y ahora como en casa, con poco o ningún temor de asfixiar al respetable con la insana peste de sus recién quitadas zapatillas. ¿Acaso alguien anda transitando estos alrededores?... Y es que hay pies y sobaquinas y alientos que son peores que cien cajas de Pandora, mas no hay qué ni hay problemática cuando no hay universo del otro lado, que toda la basca ha regresado al mundo real por tres semanas, regalándose una tregua más que merecida de tanta ciberpamema y tanta virtuhostia.

Yo, en cambio, escribir, lo que se dice escribir, escribo poco, nada y menos y cuarto y mitad de lo que me pide la muela del juicio que me dejé en no sé qué placenta, pero algo escribo, con todo, y ese algo es esto, esta basura que sostiene lo justo mi cordura al tiempo que apuntala mi indolencia: cada cual se automedica la maldición como buenamente puede y le parece y mi bolsillo no da para grandes exhibiciones antibióticas ni estupefacientes, pero para papel y lápiz y café todavía me alcanza.

Lo que es una pena es que pudiendo ser tantos seamos tan pocos, y de esos pocos, tantos tan contundentemente malos. Tanta medianía me da de arder... Escribir fue siempre cosa proselitista, eclesial y de derechas, cosa de ricos, vamos, que fueron a quienes únicamente se les enseñó la letra, sin sangre además, que ésa, la sangre, corrió toda de cuenta de la soldadesca garrula y el campesinado analfabeto. Con el tiempo y los siglos y la mucha hemoglobina sembrando barros conseguimos dar la vuelta a todo aquello, pero luego vino la ESO y vino Operación Triunfo y después aún vinieron Risto Mejide y sus condenados libros, y a partir de ahí sí que ya se hizo el acabóse... En plena era de las telecomunicaciones prima el volumen de datos transmitido y se premia la velocidad de transmisión, pero la calidad de la información transimitida ya no es un valor. Teniendo la capacidad de comunicarnos en tiempo real con un fulano que está en nuestras antípodas para decirle que estamos bien, que somos felices y comeremos perdices, va y le mandamos un jodido smiley sonriente... ¡Pero qué coño!

Será que me estoy haciendo mayor y retrógado y cuando no me duele el coxis me duele la rabadilla —que viene siendo lo mismo aunque no sea igual—, que ésta ya no es realidad para viejos, pero cada carta en mi buzón que no es una factura se me antoja pica en Flandes y cada correo electrónico que no es un maldito telegrama me parece una exquisitez de la mayor clase. Las contadísimas excepciones no dan lugar para abrigar ninguna esperanza pero sí al menos han de ser una digna lectura mientras agotamos la espera.

Llegará el día, lo sé, en que sellos y libros y plumas estilográficas sean sólo meros objetos de coleccionismo, pero para ese entonces espero haber muerto hace mucho, y mi biblioteca y mi correspondencia y todos mis bártulos de escritura arderán después de mí... Eso si es que mis herederos no se las dan de Max Brood y me hacen la púa malvendiéndolo todo a un trapero o a un Boba Fett de la cultura.




julio 20, 2009

Apriétale!, Venga!!, Dale!!!, Venga!!!!, Yaaa!!!!!...ME CORROOOO!!!!!!... $Cash$...

Oh! Calcutta!, Clovis Trouille





Cada día la misma maldita tocada de huevos
de Sísifo:
el choque frontal contra un espejo matutino
los ojos a media asta
inyectados en sangre caduca
incipientes bolsas caraperro en los carrillos
la indigna papada
el pecho hundido por el inejercicio, camino de Auschwitz
la barriga hinchada y fláccida
a pesar de los muchos kilos perdidos

Estoy muriendo por segundos
me digo
y sólo me consuela esa idiotez
siempre en boca de la inmensa y jodida mayoría
que tanto y tan profundamante odié:
hoy será hoy y será así por todo el día...
Vendrá un mañana que ha de ser mucho peor
pero todo estará más cerca
del colapso del enigma
y el asco de los días nunca tendrá rival

¿Cuánto hace que dejé de ser un tipo peligroso?
Soga el cuello
sable o navaja o faca
hojas de las de otrora
de las de desgraciar entrañas para los restos
bala en la recámara apuntada contra la propia vida
por extensión contra la de los demás
Ni siquiera apesto ya a talla de antihéroe
jubilado

Salgo a la calle
y el sol y la humedad y el sudor
y las caras arruinadas de la gente
son el infierno
Camellos de tristeza
eso es lo que somos
las arterias y el hígado
y el lago desecado del alma a reventar
del jaco de la desesperación

Me meto en la primera cafetería
a olvidarme de que existo:
un euro con cuarenta
más de doscientas de las de antes
por una taza de leche de vaca enferma
con un veneno negro que ni siquiera
es achicoria... Más de uno y de dos entrajados cabestros
se están haciendo de oro con estos bebistrajos
y ninguno de ellos, seguro, camina estas calles

Bueno...
Habito la Ciudad Muerta de
Un Mundo Muerto
y muy pronto yo también habré
muerto

Me lo sirve una jovencita
de encantos venusinos y belleza seminal
percutida por un traje corporativo y
abrasalibidos
que convierte toda carne en adefesio
Los nuevos esclavos deben ser como los viejos
esclavos:
no sólo deben serlo
esclavos
deben también parecerlo
Eso acabará definitivamente con su moral

Escojo el rincón más alejado
de cualquier pálpito
o bypass o arterioesclerosis
o vena infectada de sida
No quisiera tener que afrontar otra humana mirada
ni en pintura
Saco el libro
y me dejo arrastrar por las desventuras
de ese feo don juan desesperado
Klaus Kinski
metiendo la polla y el enajenado espíritu
en todo agujero viviente

Pero el embrujo no dura mucho
enseguida una voz de cerdo malparido
gritando al teléfono me corta el rollo
me sangra la rabia
me arrastra otra vez a la venganza:
"Apriétalo, ¿me oyes?..."
"Hay que apretarle como sea"
"No, no, tú olvidate de eso..."
"Tienes que sacárselo"
"Tienes que sacarle más"
"¿Me oyes?"
"¿Me has entendido?"
"Apriétale, ¿me oyes?"
"¿ME OYES?"
"¡¡¡¿TE HAS ENTERADOOOO?!!!"

Ya tuve suficiente
me largo
hay sujetos a los que no puedes
calificar ni de hijos de la gran puta
porque ni siquiera son humanos
la suya es la genética de la bastardía
descendientes directos del virus
de la mezquindad
la hipérbole tibieza
la fenicia agonía

Bueno...
Habito la Ciudad Muerta
de un Mundo Muerto
y muy pronto yo también habré
muerto
y muy probablemente estas líneas
de mierda ni sean literatura
ni sean poema
no sean sino eso mismo:
mierda
Pero ahora y aquí
durante este par de minutos
cierta piara de infamantes diminutas criaturas
biológico basural
han recibido alguna suerte de merecido
de incontestable represalia

Y eso me da el combustible justo
para arrastar mi piedra
mi losa
mi condena
hasta el espejo de mañana

Homenaje a Edward Hopper, Antonio Tamburro

julio 18, 2009

Mis espermas de Frolik-8




Para cuando Stefan Piersbowski decidió que definitivamente se había hecho de noche para la ordinaria lujuria, que de aquel entonces en adelante sólo le interesarían las mujeres con rayos X en los ojos y un horno industrial por bajovientre, Maria Kudrow, única en su especie, ya había doblado la esquina. Si él hubiese asentado el estómago de sus prostáticas determinaciones un minuto antes o bien ella hubiese tenido por costumbre no hiperventilar el sonsonete de sus zancadas, muy probablemente, y más: del todo cierto: se habrían encontrado, casi topado, lo más seguro, a las puertas del Café Bistrot, el que linda con Discos Deckard, no el de Avenida Corrientes... Pero todo esto son hipótesis desangradas y son pasados paralelos que se suman a la larga nómina de potenciales desechados, y Stefan es A en tanto Maria es B, puntos equidistantes ya para siempre sin posible trayectoria intersectoria. Ahora, cinco minutos después del colapso de una ventana de futuro que no será otra cosa que vacío hasta los restos, Stefan se rasca la andropierna con cierto indisimulo, sin saber, pobre, que ése es un prurito y un ardor y un afán hormonal de polvo intergaláctico que nunca le será dado saciar.



julio 12, 2009

Cartas desde el filo



Cuantos más julios acumula uno en el archivo de sus fracasos más en la licencia se nota y se sabe de asegurar que el verano, cualquier verano, todo verano, es una abrasión de las posibilidades. Sobre todo aquí. ¿De qué verano iba a hablar si no? La primavera apenas dura un mes, los más de los años tres semanas, a las que siguen de tres a cinco meses a los que ni siquiera se les puede calificar de purgatorio envenenado. Sales de casa recién duchado y un cuarto de hora después ya vuelves a ser una sopa de transpiración. Todavía no son las nueve de la mañana y ya te ganan la tráquea los primeros impulsos de cagarte en dios. A partir de aquí, todo cuesta arriba.

Quizá el tiempo sea elástico y yo venga aquí en tantas ocasiones a pasarme tres pueblos, eso es algo que ni se me ocurrirá cuestionar. Tal vez mi tiempo sea elástico, cierto, pero como lo puede ser un chicle mascado, por ejemplo, da de sí lo justo como para acercarte a la papelera más próxima y una vez allí evacuar. Claro que el mundo está lleno de hijos de puta que no tienen apuro ni escrúpulo en tirar sus chicles baqueteados al suelo. Son la misma clase de hijos de puta que dejan la mierda de sus chuchos al fresco, cuales escultores experimentales posmodernetas, en espera del ingenuo despistado que las pise, otorgándoles con ello la verdadera marca de espontánea originalidad... Esta suerte de raza de mamones bastardos de mil padres son algo así como los escultores del pueblo, no hay sociedad que pueda permitirse prescindir de ellos. Ni pretendiéndolo... ¿Soy un impresentable? Pues lo tienes fácil. Dejar de leer aquí y ahora.

Volviendo al tema. El tiempo, que no es elástico ni por asomo, más bien condenación de la propia e instransferible sustancia. Le debo correos a un montón de gente, cartas a otro montón, más reducido, pero montón, así como reseñas y lecturas a otros varios entes humanoides. En una palabra: tiempo. Que ni tengo ni quiero tener. Al fin y al cabo derrochar la vida y los discos intervertebrales en un trabajo de mierda sea eso: no tanto el tenerte reventado, con la lengua fuera en todo momento, como quitarte ese tiempo necesario para ser la persona que quieres ser. Poco a poco se deja uno upgradar a versiones cada vez más depauperadas de sí mismo, y así hasta que se da cuenta de que le han dado gato por liebre, como en Matrix, te dispones a subir la persiana de la ventana de lo posible porque en tu vida ya no hay un carajo de luz y de repente te encuentras con una tapia. ¿Hubo ventana alguna vez? No alcanzarías a darte una respuesta...

Michael Ende tiene el libro ese, Momo, que no he leído y muy probablemente nunca leeré. Por lo visto en él las personas mayores nunca tienen tiempo o algo así. Hay que joderse con el amigo Ende, qué preclaridad... El tiempo propio. El verdadero oro negro del asco de los días... Claro, pero está el reverso de la moneda: ¿y si de repente dispusieses de todo ese tiempo? ¿Serías entonces la persona que quieres ser? La respuesta es no. Por supuesto. FOMARE. O mejor: FUBAR: fucked up beyond all resignation.

Tan machacados y jodidos que ya no nos reconoce ni la madre que nos parió.



julio 11, 2009

Terrific Tales




Las galletones estos, con pepitas de chocolate como pezones de musa meyeriana, son un vicio y una desconsideración que me permito, no obstante, sólo porque en lo que va de año he perdido más kilos que años me quedan a este lado del absurdo, y visto lo visto, ¿por qué cojones no iba a darme el gustazo de ponerme una vez más —y van...— de buen año?, ¿abandonarme por enésima vez a la cara de pan? Tanta gente chunga gastádose los cuartos en ChufliPark y MoñoAventura, carajas por el estilo, cuando todos tenemos la mejor montaña rusa a la simple y sola distancia de un llenar la despensa de azúcares colesterólicos e insanas levaduras.

Lo que nunca he acabado de comprender muy bien es lo de los veganos, no sé, si el dios creador de toda esta engañifa que llamamos vida hubiese querido que nos alimentásemos únicamente de zanahoria y col y zumo de zarzaparrilla, digo yo que al menos nos habría dotado también de la capacidad de follar como conejos...

Ahora son las cuatro de la tarde, aunque esto lo colgaré no sé cuándo, y el café me ha salido demasiado fuerte, o bien la leche ni es leche ni es lefa de semental traspapelada, porque a las vacas de aquí ya ni siquiera les dan a probar malas hierbas de los arcenes de las autopistas. Nuestras lecheras ya sólo catan lo mejor de lo mejor: clembuterol cortado con dormidina. Luego pasa lo que pasa, que te sale un vástago con tres tetillas y un cojón de menos y en lugar de denunciar a las autoridades miras mal a la parienta, como si entreverando con soterrado pánico el dintel de la puerta.

Miro con saña de asesino y entrecejo de psicópata la última galleta del paquete que no hace ni una hora que desvirgué y no sé bien si decidirme, si avalanzarme sobre esta última ciudadela de lujuria papilar y desenfreno gustativo. Vuelvo a pensar en Solaris, no la peli de Soderbergh, ni la novela de Lem, sino en el planeta-dios que era como un niño tonto y autista y potente y con taras evidentes en los isquiotibiales. A todos nos pone jugar al doctor Frankenstein, modelar el mundo y a cuantos nos rodean a imagen y semejanza de la última y más gorda de nuestras deposiciones matinales, ya sea por amor o por venganza o simplemente por abulia . Y ahí es donde entra la comida.

Yo no he visto en la naturaleza obesidad y morbidez en las carnes despendoladas más allá de la mano del hombre, es decir, de su gazuza, su ansia mayúscula y circunfleja de devorar. Gatos gordos, perros gordos, simios sapiens hinchados y a punto de reventar como para llenar con uno sólo de sus estómagos kilométricos el más grande museo de los horrores. Comemos demasiado y vivimos demasiado y en general se lee muy poco, sobre todo a Céline.



julio 09, 2009

El óvulo del espacio exterior y el esperma descabezado de Mr. Clooney



Hoy, en MainstreaM: SOLARIS (la buena no, la del Soderbegh)





Están en el futuro, no sabemos exactamente cuándo pero ahí están, en el futuro, lo sabemos porque está lloviendo, y en el cine, esto es de cajón, desde Blade Runner en el futuro siempre llueve, y no hay más tutía, por aquello del cambio climático y el efecto invernadero y esas hostias, aunque aquí estamos todos nosotros ahora, en pleno cambio climático de verdad (o eso nos quieren vender), y con un caloraco de cagarse la perra y una sequía de la hostia y no cae una gota ni aunque te mees encima.


Así que ahí están todos, y además también George Clooney, eminente psicólogo, mojándose en el futuro como el que más; mojándose por la lluvia, se entiende... Sabemos que es psicólogo porque unos tipos le cuentan sus neuras y le pagan una pastarraca por ello, y sabemos que es eminente porque no sabe cortar un pepino sin tajarse un dedo, lo cual indica que, como todo universitario que se precie de serlo, es un inútil terminal para todo lo que no sea aquello de lo que ha estudiado, así que antes de que le dé por cortarse la mano entera preparándose un bocata de mortadela para la merienda, el muy inútil, lo envían a Solaris, que es un planeta que tiene el mismito aspecto que tienen siempre los óvulos justo antes de la fecundación en todo tipo de otros spots y películas MainstreaM —como por ejemplo, ahora que me acuerde, Mira quien habla también, también conocida como Mamá, si mi padre es el Travolta, mátame tú o me suicido—, es decir, así como lilas y rosas y fosforitos, lo cual es una mamonada, señores míos, porque allí dentro, en el hornillo hembril, no hay luz valga, que no se ve una mierda, vamos, y nada es del color de nada, ¡joder ya, acabemos de una vez con esa basura!...


Así que allí (en Solaris, no en el óvulo) se topa con Jeremy Davies, el hiputesco cobarde alfeñique de Salvar al Soldado Ryan, que ya había hecho antes de subnormal en Million Dollar Hotel, todo y que en ésta da todavía más risa y pena y ganas de asesinarlo cada vez que aparece en pantalla; y se topa también con una tipa negra que tiene muy mala leche y suelta tacos todo el rato porque la dieta a base de liofilizados espaciales la está matando de gusa. Este par de mendrugos son también universitarios pero tienen suerte porque en Solaris no hay cuchillos. Pepinillos tampoco. No hay cuchillos ni pepinillos pero sí fantasmas, y ésa es la cuestión, o eso, más bien. O bien pasa que todos toman drogas, una de dos; o las dos al tiempo, y el tema es que están todos cagaditos de miedo, pedazo de austronautas moñardones.


Y en esas que al Clooney se le aparece su mujer, o mejor dicho, su ex-mujer, ya que dejó de serlo (su mujer, no su ex) al palmarla y/o suicidarse mucho y bien. Ella viajaba en metro con un pomo de puerta en la mano, así que estaba como una puta regadera, y él era loquero, de modo que hacían la perfecta pareja de tarugos; se recitaban versos de Dylan Thomas de memoria el uno al otro y se morreaban a cada instante en todo lugar, ¡como si no hubiera moteles en el mundo, oigan!... Y todas las mañanas, en lugar de "¡¡¡apaga ya el puto despertador y levanta de una jodida vez, coño!!!", se decían: "ayloviu, dear" y otras moñardadas romanticoides por el estilo, ya que en el futuro lluvioso que nos aguarda, como todo el mundo sabe, todas las parejas serán así de molonas y éste serán un Mundo Feliz...


La cosa continua cada vez más lenta y aburrida y farragosa, más incluso que la versión de Tarkovsky (lo cual ya es mucho decir, amigos) hasta que llega el final y Soderbergh se hace la picha un lío porque se le ha atragantado la digestión de la esplendorosísima, maravillosa, genial novela de Lem, y enseguida notamos que se está yendo por la pata abajo (Soderbergh, no Lem), así que entonces se mueren todos, los fantasmas y los vivos, pero en realidad no están muertos, porque ahora son todos como fantasmas, o como vivos, o como sueños, y Solaris sigue sin estar fecundado, y el pobre Soderbergh, que había dado en la diana con Traffic —y aún tenía que destrozarnos el hígado de la paciencia con aquella cagarada suprema, El buen Alemán—, se pegó la sonora castaña con esta Solaris, que es más sosa que el almuerzo de mi abuela (la hipertensa, no la que se sirve la comida de sus gatos para cenar).




Y ya está, así acabó Solaris, truñazo que ni no se comprende pero cuya banda sonora, incomprensiblemente, mola...




julio 05, 2009

Last Lap



Relee uno lo que escribió de madrugada, ya entrando el alba, después de seis o siete horas de sueño de cuarenta y ocho, los ojos desorbitados, el estómago inyectado de tristeza, y no sabe bien adónde mirar, dónde esconderse, gachas las orejas. Vergüenza y pudor y vértigos en lo grutesco del córtex. Duda si darle o no al botón de "borrar entrada"... Tanta impúdica exhibición de los arrestos no es de recibo. Pero qué coño, uno es lo que es, todos cuantos es, pese a quien pese, empezando por su propio sentido del ridículo. Que me jodan. Que les jodan a ustedes también. Aquí no se cambia ni se quita una condenada línea. Al fin y al cabo nadie entra aquí obligado y encima no les cobro entrada... Las impecables fachadas para aquellos que todavía tengan esperanzas de pervivir.

Pero mola, de repente todo el mundo es ballardiano. Me cago en Dios. Mejor tarde que nunca, supongo... Video y revideo el clip de Depeche Mode y me pongo cachondo. El Arte de la Destrucción. Qué tan grande inmisericordia. Se me hace el colmillo baba pavloviana y me viene a las mientes Klaus Kinski mordiéndole la carótida a la Adjani fuera del set de rodaje —¿Han leído ustedes Yo necesito amor?—. Se me eriza el sistema cavernoso. Este mundo es una afiladísima y prístina patada en los cojones escocidos. Inmarcesible como una cicatriz cauterizada a hierro y fuego. Me da igual que Dave Gahan y sus chicos llamen a esto "Wrong", yo lo llamo "El asesinato de un esbirro de mierda considerado como una carrera de automóviles en cuesta descendente". O mejor que un esbirro: un director de banco. Ahí sí que sí. Me han ganado. Bravo bravo. Bien.

Y no crean que no me doy cuenta, que últimamente estoy de un hijoperra que tiro de espaldas, excesivo e hiperbólico incluso hasta para mí, con lo que yo he sido. Brindo por eso también. Cuando sea que NeoTokyo esté a punto de volver a reventar, Ayrton y yo estaremos allí para marcarnos una bravas.











julio 04, 2009

Hell's Highway




Por más que me pregunto de dónde proviene esta crudeza, este no poder ni querer dejar de ser al tiempo sable y pensamiento cercenado, no alcanzo a responderme. Ir contra la corriente imparable de lo normal es un suicidio en primer grado. Ser intempestivo, el insomnio que todo lo marchita. Saberse extemporáneo y no tener entre tus voluntades a corto o medio plazo el reajustarte solícito a la cadena de montaje, la condena al lazareto. ¿En qué momento decidí excomulgarme así de toda posibilidad de escape?... Todavía hoy, después de tantas noches en vela como la que ahora termina, reventado el hígado a preguntas, cualquier interrogante seguido de puntos suspensivos sigue antojándoseme aquella navaja a tan flacos segundos de mi nombre. Futuro cadáver arrojado al borde de la carretera. Carne de cañón.




julio 03, 2009

La Bolsa y la Vida




Yo no sé qué tal sobreviven allá cada cual en su respectiva latitud al cambio climático este que nos quieren vender, aquí el asunto está que abrasa y extenúa, no hay dónde carajo esconderse. Un calor que se caga la perra, hablando mal, aunque lo peor no es el calor, lo que de verdad te deja en la recta final del matadero es esta condenada humedad. Te da de arder los pulmones como el compañero brasa del primer día de facultad, y si bajas la guardia y dejas que se te pegue al sobaquillo a partir de ahí ya no das con quien te invite a café o te preste cinco duros.

¿Todo ese párrafo pringoso a cuento de qué? A cuento de lo de siempre. Que no puede uno dormir y que al final lo acaban pagando ustedes. Afuera se oye una orquesta lo suficientemente lejana como para no injuriar y lo justo veraniega como para no pretender llegarse hasta allí. Pierdo el tiempo y la madrugada embebido en la contemplación de fotografías que ya no son de este mundo, porque hoy todo lo que no es tóxico es porque está adulterado, y lo poco que ni una cosa o la otra está fuera del alcance de la mayor nómina imaginable por cualquier protomileurista. Cuando sucede que consigo dormir más de cinco horas seguidas sueño que asesino a una mala persona. Que no es un mafias. Ni un pederasta. Ni el Dioni en bañador-tanga. Ni un maltratador de gatos. Ni siquiera un vendedor de biblias didácticas... Es un director de banco. Y pasa que cuando lo mato, le quito la vida allá en mi sueño, lo abro en canal y me baño hasta las cejas en sus vísceras y sus higadillos cual Erzsébet Báthory machorra, estoy finiquitando, por ende, y en un plano del todo simbólico, por desgracia, a todos los de su calaña, porque estas malas bestias ni siquiera tienen especie. Rastrojos. Cañaverales biológicos. Morralla celular que come, bebe y caga, y en cada diarrea se les desliza inodoro abajo tan grande parte de almas ajenas, devoradas a lo largo de un tan corto y cómodo día de vampírico "trabajo". A cualquier cosa lo llaman estos cabrones trabajar y he ahí por qué quiero otra maldita guerra, en la que ojalá reventéis todos en mil pedazos, engominados hijos de la gran puta.

Por otro lado, y ya con esto digo hasta más ver, no es lo mismo leer que Hemingway escribía de pie, que verlo con estos ojos que se han de comer las llamas; no acaba uno de dar crédito a tanta maravilla. Y he ahí el quid de la cuestión y la verdadera pandemia que ningún cuarto poder distribuirá entre la plebe: que desde que permitimos que aquí el crédito lo den y lo quiten los mismos cuatro carabosta de siempre, este mundo ni es mundo ni es vida ni es mierda. Esto son los minutos de la basura del partido amañado de los esclavos del nuevo y último milenio... Y para colmo Mad Max se dejó untar y lo tienen bebiendo daikiris en Punta Cana.





© Torre Johnson / Magnum Photos


julio 02, 2009

Francis F. se escapa del geriátrico y algún hijolagranputa le da dinero...



Igual que hay almas a las que les salvó la vida el hemoal o el dermovagisil, pudieron dejar de sufrir sus respectivas lacras en silencio, a mí me ha reenchufado a la corriente asumir que al cine ya no se debe ir con la intención de eso mismo, de ver cine. Quiero decir "películas". El 99 por ciento de lo que se filma son heces de colorines directamente licuadas de las podridas sinapsis de víctimas del síndrome de Creutzfeldt-Jakob. Y esto, por más que suene enfermo y suene rebuscado, créanme, videado en la pantalla se antoja muchísimo peor.


Uno va al cine a lo que sea, a zampotragar palomitas, hacer ruido con la bolsa de las chucherías, lucir el cabezón de la cabeza y el cabezón del trasero entrando tarde, meterle la lengua a la novia hasta la campanilla, comerle la oreja al novio hasta el yunque, investigar las múltiples opciones mastuvibratorias del móvil de recientísima adquisición... Lo dicho, a lo que sea excepto a que le cuenten historias. Pero milongas las que uno se quiera servir, bufé libre de soplagaiteces, eso que no falte...


Esta asunción, aunque no lo parezca, es de un práctico y de un épico que asusta, una auténtica liberación. No tiene que andar uno con mucho miramiento, perdiendo tan grande parte de su divino sagrado tiempo en cascarse un comentario con contras y pros y los puntos suspensivos en su sitio si sabe de antemano que eso que le echaron al saco del forraje no es cine, que es otra cosa, zumo de bellota cortado con aceite de ricino y líquido de frenos, como poco, por un ponerse un mucho bruto.


Así las cosas, todo es mucho más fácil, viene rodado, te deja más amplio margen para maniobrar e innovar en el noble arte de la vendetta, derecho último y esencial de toda aquella alma ingenua que tuvo a bien pagar el importe exacto del atraco en la zona de taquillas.


Vean si no, un ejemplo práctico de lo que digo a continuación, vean: se abre el telón y se ve a Francis Ford Coppola, boina y bufanda en ristre, y mondongos de choripán encastados en la barba cana, y se acerca a un sufrido espectador: "Hola, sufrido telespectador", "Hola, Francis F.", "Hola, hola, jeje...", "Hola...", "Oye... una cosa te iba yo a decir...", "¿Lo cuálo Francis F.?", "Estoooo... que si querías... si querías jugar al Tetro", "¿El tetro?", "Eso mismo, el TETRO", "¿Y qué es eso del tetro, Francis F.?", "Pues, pues... jojo... el tetro... jajaja... el Tetro... jijijiji... EL TETRO consiste en que... uyjujujuyuy... en que... ayayayquemedá... ¡¡¡EN QUE TÚ TE AGACHAS Y YO TE METO UN VINCENT GALLO POR EL CULO!!!... ¡EH!, ¡EH!, ¡eeeehhhhh!... ¡qué te parece eso, tío listoooo, tío mierdaaa!... ¡EEEEHHH!"...


Y ya está. Baja el telón. ¿Cómo se titula la película?... Pues así, como el título de esta basura.


julio 01, 2009

Sargent Highway's dead

"Que tengo mucha mala leche, sabes, como alambre de espinas y meo napalm, y puedo traspasar el culo de una pulga de un tiro a 200 metros"
El Sargento de Hierro



A riesgo de caer peor de lo que ya caigo, diré, sin el mayor pujo de animadversión por la más casquivana de mis partes hacia ninguno de ustedes en particular, que estos tiempos de corrección politicastra e infausta ortografía son toda una tocacojonez, una auténtica hijoputada. Cuando se escribe peor que se gobierna, con lo fácil que sería escribir como es de recibo, y lo difícil, en cambio, que es, que ha sido siempre, tiranizar al populacho —esa inmensa mayoría de pequeña gente— con cierto estilo, es que más de dos y de tres coyunturas importantes no marchan por el lado siniestro de la carretera, que es por donde circulan siempre estas cosas, así sin más, en plan estirado, del todo inglés. Y es que ya hasta los golpes de estado se planean descafeinados y cortitos de café. Menuda basura, oigan. ¿Es que ya no queda en pie sargento que no beba danacol y mee mostaza?


Me sigue sorprendiendo, con todo, el exarcebado sentido literal de algunas personas, o bien su total carencia de sensibilidad para la metáfora, todavía no lo tengo claro, si una cosa o la otra o las dos del revés, es una distinción que ando aún por asentar en el fondo de algún vaso sucio del fregadero. El del lambrusco de ayer noche, por ejemplo.


Tendría que salir de aquí, dar un garbeo y dejarme de estas mierdas, seguir con Vonnegut en un café durante un par de horas largas, también comprarme la nueva edición de As de Pique, ésa sí que no se puede escapar esta vez. Pero me me da mucho miedito porque soy un hipocondrias y un aprensivo y dice el Piqueras que si sales de casa pillas fijo el virus puerco y la palmas sí o sí.