Resistencia en el flanco débil

junio 27, 2009

Cacareos de la Boca de Ganso Global (y Blogal)



También los feos cascan que es un gusto y aquí no se oye un clic. Nos descubro una semana más, ésta además por partida doble, adictos al obituario velocítero e interconectado, tan a la par estelar como esclerótico. Acumuladores de cadáveres nada exquisitos. Devoradores de mitomanías descabalgadas. Coleccionistas de estampitas de dudosa inmortalidad y necrológicas en régimen de subarriendo. Tanto dan el lustre o la oportunidad. Tanto da el todo merecimiento. O sencillamente la posibilidad de no abrir la puta boca, al menos por esta vez. Un fiambre es siempre un fiambre, o lo que es lo mismo; qué mejor motivo para actualizar... Que tantos tengan tanto que decir sobre los muertos y tan poco, tan condenadamente nada, sobre la muerte.


junio 22, 2009

Hijos de Gaston Leroux



Una lengua que tuviera el brillo y la dureza de una hoja de sable
Antoni Casas Ros, El Teorema de Almodóvar


Recién salido de la ducha, entregado al café de la noche, a esta soledad de fresco junio entrando por la terraza, todo parece más saludable de lo que en realidad es. ¿Quién no necesita engañarse al menos un par de veces al día? Pero el tiempo no cesa para nadie. Porque el tiempo no es. Y lo que ni es ni ha de ser no se detiene... Música. Nadie alrededor. El teclado. Una división entera de ideas y conceptos paracaidistas en la cabeza, sobrevolando las zonas de aterrizaje de mis obsesiones, hace minutos que tienen luz verde, los pilotos de mis circunvoluciones siguen dando vueltas, una, dos, tres pasadas, las que sean necesarias hasta que el primer pensamiento de la cordada decida que ya no tiene miedo, que se acabó el especular sobre si lanzarse al fin sobre el objetivo de las teclas puede ser o no una orden desobedecida, una plegaria desatendida. Dar rienda suelta de una vez a lo que no puede ser de otra manera. No sólo el tiempo observa sus singulares prerrogativas, y quizá eso podría llegar a erigirse en pequeña magia, uno de nuestros ínfimos inconquistables arrebatos. Ser en todo momento un dios desesperado y morir en consecuencia, arrebolado sobre el abismo de todos los segundos. Eso es plenitud.

Pienso en el hombre sin cara y no puedo evitar a John Hurt bajo el maquillaje del Hombre Elefante en la sala de exposiciones de mi cabeza. También he pensado en la máscara pelirroja que Bogdanovich le encasquetó a Eric Stoltz, lo reconozco. ¿Qué estará haciendo? Ahora mismo, mientras yo escribo esto, bebo este café, la noche se abate sobre mí en un picado definitivo, de auténtico as del aire. ¿Qué estás haciendo ahora mismo, Antoni? Tal vez duermes. Bebes tequila. Andas de putas. O bien durmiendo la mona. Quizá garrapateando párrafos, tú próxima novela. Puede que buscándote por enésima vez la nariz en el fondo vacío del centro del infierno. Que es el recuerdo. Que es el Tiempo: "El deseo de que nuestra vida sea grandiosa de una vez. De que surja por fin una gran pasión, aunque haya de destruirnos". Esto lo dices tú y yo lo suscribiría si es que hubiese lugar para que un nombre, el mío, el de cualquiera, pudiese significar alguna suerte de diferencia, de distancia; profundidad. Demasiado cínico como para intentar siquiera reconquistarme. Demasiado frío como para andar tentando la divinidad. Mil soles apagados dentro, ninguno de ellos ascua. Pese a todo, me miro en el espejo y me reconozco.


El secreto reside en la audacia y debe ser siempre punta de lanza de toda acechanza. El sable no sólo en la lengua, por supuesto también en el par de ojos destructores, la peligrosa mirada. No se pueden avivar las cenizas de una supernova decapitada sin entregar a las llamas cientos, puede que miles de daguerrotipos en sepia de nuestros íntimos sueños. Matarse uno mismo muy pronto para así comenzar a vivir... Para eso no es necesario dejarse el rostro arruinado para siempre contra un volante. Bastaría con asumir que cualquier segundero es una derrota. Ahí lo difícil, el mal trago. Renunciar a sabiendas de que no habrá más oportunidad... No hace falta ser el fantasma de la ópera ni el Innombrable para devenir dios desesperado. Luz verde. Saltar o no. Los justos arrestos y arrojarse al centro del vacío, sin la seguridad de que recién aterrizados nos aguarde fiesta ninguna. Vivir en lo normal, a secas, no tiene por qué ser una tragedia menor.


Pero, como digo, quién no necesita engañarse un par de veces cada día, incluso tres. Por lo demás, de acuerdo.


junio 21, 2009

Planeta Porno (esto no es una novela de Irvine Welsh)

En internet funciona lo que funciona y no hay más, es decir, la teta y la nalga y todo monte lo suficientemente cercano e invertido triángulo como para amagar Venus. Todo lo que no sea eso son literaturas que a nada conducen y a tan pocos sustentan, como ahora yo, pero es que yo estoy enfermo, lo mío no tiene remedio, y lo peor es que en mi casa creen que fue por aquello, por el golpe duro en el frontispicio, hará ya la friolera de los 23 años, cuando atravesé la mediana de cristal reforzado que separaba el nuestro del balcón del vecino... con el solo impulso de mis dos piernecillas de entonces y el ariete terrible de mi sola cabeza.


Me son ustedes, la mayoría, unos cochinos y unos guarros, unos perversos de aúpa, ninguno empero, sospecho, sadiano ni asiduo de Apollinaire, y eso les pierde, no acudir a las fuentes y quedarse en el onanismo facilón y efímero, lefarazo en pantalla y vuelta a empezar. Sobre todo allende el Atlántico, sobre todo en México lindo, y digo yo que será más por el calorazo insufrible que por la coincidencia de idioma, cualquiera sabe... Consulto las estadísticas de este mi tugurio: el ochenta por ciento largo de sus entradas son para videar las fotos que pongo de tías bárbaras y nazis despachurrados en mitad del campo de batalla. El sexo y la muerte. La Muerte y el Sexo. Y a medio camino siempre la Guerra, viagra de masas.


Así que a los que vienen aquí a leer y no a machacársela, les digo, tengan paciencia, cualquier día de estos me desasisto, salgo de mí a la bravas o bien me exorcizo, y a partir de entonces, quién sabe, a lo mejor hasta me arranco con un párrafo que no sea basura o furia o lava muerta de los corazones. Ténganla o no, la santa paciencia, yo seguiré por aquí, supongo, callejeando palabras.


Y para los que no quieren o no saben leer, venga, también regalito. Que no se diga que soy un sosainas ni un cascarrabias. Ahí van. Por un lado ésta de Traci Lords en bikini, que está que lo rompe, lo peta y lo descose, de cuando se pensaba la tipa que la industria del cine le iba a perdonar el haberse tirado a un sinfín de tíos sarnosos con el carné de identidad caducado, pero sólo le dejaron hacer aquella basura titulada Not of this Earth. Luego se la chupó a John Waters y aquello ya fue otro flautar...


Y para los nostálgicos de otros imperios y lectores de Lo siniestro de Freud, una de alemanes y de panes, derribando maniqueísmos, que ni todo el campo fue orégano ni todo bratwurst estuvo hecho de niños con el pijama de rayas.




junio 18, 2009

Pásame esos clínex, Jumungus


Por lo general junio tiene estas cosas, se me pone la bilirrubina de la inmunodepresión por las nubes y después todo culmina en un querer devenir tsunami, sin aspirar, no obstante, a pagar los gastos de tintorería subvinientes. Tengo que ponerme a pensar en fresas con nata deslizándoseme esófago abajo o bien en playmates de los ochenta para conseguir desofuscarme, si es que ese verbo existe y los dioses de la Rae lo admiten en su seno, que va a ser que no, pero yo les tiro la pelota, por si quieren volver a fijarse la gomina del esplendor en la rabadilla. A mí una que me puso siempre conturbado y florentino, es decir, renacentista, fue Teri Copley, la de la mierda aquella de Jim Wynorski: Transylvania Twist. Qué de todo en su sitio, la chicuela, mientras no abriera la boca. La fotografía y no el cine fue el invento del siglo, del milenio ya que estamos. Viéndola en sus fotos nunca dirías que era patizamba o que tenía un pezón más estrábico que el otro. Que cantaba con la nalga, como poco... Eso sí es paraíso bien ganado y que nos dejen ya de Murnaus y Eisensteins. No me cabe duda de que cuando sea que el apocalipsis Mad Max y el páramo postnuclear tengan a bien abatirse sobre nuestras patéticas civilizaciones, el viejo uso y abuso del revistero clandestino y pringoide de debajo del colchón ha de ser por fuerza el sine qua non de la supervivencia. Sólo los sicalípticos de la vieja escuela medraremos.


Ron Perlman sabe de qué hablo


Penitenciagite!... Penitenciagite!!!... Los días así, extraños y alienígenas y con rictus de Yul Brinner enculado, sin ir más lejos como éste que dejo atrás, habría que quemarlos a lo bonzo, sin más contemplación ni prurito en la médula del remordimiento. También está el otro tema importante de la jornada, que es que hay cabrones que no deberían dejar de tomar consciencia de que ya les va tocando estirar la pata y punto. Dejad de joder la marrana, coño ya. Que dejen a los suyos lo que les queda de fiesta en paz, aunque sean cinco minutos. Y esto, esto último, por lo que comporta y a quien concierne, puede que sea lo más duro que haya escrito y haya de escribir jamás. La gota que colmó el vaso de mis paciencias me manchó la punta de los zapatos de ácido y ahora a mi rencor en áspid sobre tu nombre ya no lo paras tú ni lo para nadie. Sangre de tu sangre contra tu sangre. Por ahí ando... Sencilla y exabruptamente hablando: nos tienes a todos hasta la polla de ti. Y no hay más. Me miro por fuera, con todo, y no acabo de discernirme el mal en el rostro. Al mal con mayúsculas me refiero. Me pienso Peter Lorre y me descubro Burt Reynolds de saldo. Me busco en vano los vértices cubistas y los dientes baconianos, enjutas las unas y apretados los otros, pura rabia y excelencia en la acedía, pero no hago otra que darme de bruces con un rostro de abogado de tercera, mendaz y gilipollas, aficionado además a la bollería industrial, dos de cada cuatro días laborables se desayuna con un par de pastelillos pantera rosa... Esto no hay por dónde cogerlo, lo sé, pero es que tampoco veo asa por la que dejarlo no sé dónde narices. Todo hubiese sido diferente, pienso, si el gatillo hubiese bajado a beber de la taza de leche que le pusimos y se hubiese dejado mimar. Qué júbilos no hubiese dado por un ronroneo de esa gatuna plenitud. Pero no bajó el animalico e id a saber qué mañana le aguarda, a lo mejor amanece muerto en cualquier esquina o motor de 16 válvulas. Hoy estoy como una puta cabra y odio como he odiado pocas veces en mi vida. Todos los átomos del orbe son espejos esta noche, y la genética la burla última, definitiva, de los dados de Dios para con mi destino.

junio 15, 2009

Ayer Lee Marvin me encendió un pitillo antes de morir


A estas alturas ya el oxígeno es un lujo que mi nómina no puede permitirse; mi ego, por supuesto, hace meses que declaró suspensión de pagos. También asume uno que el Everest es más ficción y leyenda y literatura que roca asesina. Es lo que tiene no llegar ni a mileurista. Espejismo para hoy que ha de ser la gazuza de mañana. También está el hecho, la asunción, el tener por la mano que la poesía es el caballo de batalla de todos aquellos que quieren mostrar sin mostrarse, o lo que es lo mismo, decapitar sin descabalgar, o lo que es lo mismo, no arriesgar más que lo justo. Y sin riesgo no hay victoria, dicen los tópicos, ya saben, esa moneda de cambio entre poetas, politicastros, peripatéticos y no, es decir, todos los otros, que somos nosotros y el resto, los de más allá. Incluidos los muertos.


Por eso a mí que no me saquen de la infantería. Me faltan el cerebro y sobre todo el rancio abolengo para cualquier otra putada que no sea la carne de cañón. Morir matando ya sería el último escalón de mi techumbre. A mí trabajos finos que no me endilguen, que tengo los dedos como morcillas de Burgos.


Hubo un momento del día en que se dio la circunstancia de que fueron las once de la mañana y yo todavía no había probado bocado. Subsané eso en cuanto me fue posible. Cabe decir que el café me sentó de muerte, una patada de sarna con gusto justo y directa a la boca del hígado. Cuando fui canijo el café de bar sabía casi siempre al infierno que tenía que saber. Hoy día tienes que gastarte en cafeterías cinco mil del ala, de las de antes, antes de probar algo digno de llamarse achicoria. A lo demás que te sirven ni siquiera lo puedes llamar mierda. Insultas a la mierda si lo haces.


De repente me siento mayor. No voy a decir que anciano, pero mayor. Ni ajado, ni usado. Sólo mayor. Dos pasos por delante de la ionosfera y lo siguiente es Marte, inalcanzable, imposible, la cuadratura del círculo del vaso sobre la mesita de noche, pero físico, así que no se sabe nunca. Houston, ahí tienen un jodido problema... Ustedes, no yo. A partir de aquí suelto amarras y que les den. ¡Manejo las cuerdas! A ver cómo explican esto en el Departamento de Gastos. Que se les ha extraviado una misión. Que les renunció un poeta en pleno vuelo, justo rebasada la atmósfera va el tío cabra y se les hace mayor.


En los oídos: Tiger in the Sun. The Cult. De cuando se hacía música. De cuando se servían cafés. Sigue sonando a esa suerte de inmortalidad de segundos, cuando ni siquiera el tiempo se atrevería a sacarte de la siesta, mucho menos rozarte con la yema de sus huesos descarnados. ¿Tiene yema un dedo escarnado? Joder. Incluso diría más: ¿se le puede llamar dedo a un dedo descarnado? He aquí un error de bulto que ningún poeta con posibles cometería. Pero queda bien. Por lo menos ahora, dentro de cinco minutos o tres líneas vayan ustedes a saber.


Ahora voy y les hablo de ustedes y la voz en tinta me sale esquiva y como silueteada, más de individuo sin sombra de duda que lo alumbre o que piensa que tiene el cielo de su parte. Es por lo de antes, nada grave, cosas de la edad, se vuelve uno mayor de un día para el otro y ya se cree en la potestad y la prerrogativa de empezar a repartir tostón a todo quisqui con sus batallitas de salón. Pero sí, qué coño, un muchísimo hasta aquí, ustedes no lo ven pero yo lo estoy señalando, así, hasta aquí, hasta los mísmísimos, hasta la mismísima de dejarme el pellejo en batallas que a nada conducen. De defender posiciones que a nadie importan tres carajos. Medallas de sangre y rabia y cretino cinismo es lo único que he ganado hasta hoy. Pretendérselas de Alonso Quijano perdido de la chaveta y afrontar gigantes vaporosos en el aire está bien hasta cierto punto o edad teñida de prodigios enardecidos. Y queda bien en el curriculum sólo si te sabes vender muy bien, que no es mi caso. El ego no es lo mío, no lo ha sido nunca. O mejor dicho: mi ego no se me da tan bien. Todo son renuncias.


Pero está Marte, Marte rojísimo, bello, deletéreo, mortal, inalcanzable e imposible, pero físico, tan real como cualquier derrota y más apetecible que todas las victorias. Eso y que si se me presenta Curro Jiménez y me suelta: "¡La escritura o la vida!", le digo que la bolsa, a ver si entre el shock por la respuesta desusada y el ser un tío sin estudios superiores, el ponerse a urdir conjeturas con los dedos, voy y me escaqueo, ahueco el ala de allí antes del primer trabucazo.


Ustedes, ninguno, me comprende, eso ya lo sé y lo doy por consumado, pero yo me entiendo y con eso tiro millas, me basta y sobra para arrasar Cabo Cañaveral de un petardazo intestino. Miguel de Cervantes también comió judías pintas y sufrió sus consecuencias. Como el que más.

junio 09, 2009

Poor Brother Maginot




Tanto frío esta noche en la superficie de las sábanas
todas las ventanas abiertas
sístole y diástole achicando oscuridad...


Y aquí lo dejaría si no me hubiese declarado
en guerra contra el haiku
artículo último de la pornomoda
artero zurullo pseudocrepuscular
ya al alcance de cualquier meapilas
como ahora Jiménez Losantos
por un poner
¡y ya es ejemplo!


Tanto tiempo en primera línea de frente
sintiendo el asco y la mierda llover
chuzos de punta sobre el yelmo imposible
sorteando la muerte
afrontando la debacle
el rictus cansado
encarnizada la boca
el alma torcida; hierro de espino
para acabar dando ojos a tamaño absurdo:
cualquier hermano de sangre rebanado
por la metralla de la cagada de un buitre semejante...
¡definitivamente no!
no es de recibo


Quizá mejor alzar los brazos
y entregar las armas
darse a la buena vida de la renuncia
escribir poemas que sólo entenderé yo
o no volver a escribir siquiera
combatir tanta dantesca imbecilidad sólo con silencio...


Eso y cagarrinas eternas para quien gaste su dinero
–casposo pelele inmoral–
en semejante truño... Por supuesto.